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lunes, 21 de noviembre de 2011

5 - Ikea

El tercer día me desperté con la mente vacía y sintiendo una calma extraña.
Estaba claro que el agotamiento físico y mental me estaban pasando factura, necesitaba una ducha.

Me desnudé. Me metí en la bañera. Abrí el grifo. No salía agua.
Me quedé como un tonto mirando el grifo de la ducha.
Fui a la cocina.Abrí el grifo. No había agua.

Abrí la nevera. Solo quedaba la mitad de una botella de trinaranjus y un litro de cerveza.
Me bebí el medio litro de trinaranjus.

Después me quedé sin fuerzas, sentado desnudo en el suelo de la cocina.

Al rato, de la desesperación pasé de nuevo a la calma pero de pronto una sensación nueva lo barrió todo. Empecé a sentir una ira tan fuerte que antes de darme cuenta estaba de pie temblando por la tensión. La rabia me dio fuerzas para entender de que ya no era posible seguir encerrado en casa. Me vestí con ropa de invierno y fui hasta la puerta, pero cuando iba a salir me di cuenta de que iba a necesitar algo más.

Empecé a buscar por toda la casa. Los cuchillos de la cocina no servían, eran de juguete. Abrí el armario donde guardaba las cosas de bricolaje. Allí encontré lo que necesitaba.

Armado con un martillo de Ikea salí al rellano, pensando que si no había agua dentro habría que buscarla fuera.

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