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lunes, 28 de noviembre de 2011

2 - Después


Estaba sentado en el suelo, incapaz de moverme. Me temblaba todo el cuerpo y no podía dejar de pensar sobre lo que había visto en el rellano. Mi mente intentaba encontrar todo tipo de explicaciones racionales pero no lo conseguía.

No sé el tiempo que estuve sentado en el vestíbulo, ni cuanto tiempo pasó desde que dejaron de oírse los golpes en la puerta.  En algún momento me levanté, cerré la puerta con llave y la dejé puesta en la cerradura.

Con las manos todavía temblando fui al salón y llamé a la policía con el móvil. Descolgaron el teléfono, pero no se oía nada. Empecé a gritarle al móvil, pero nadie contestaba.
Probé con el número de emergencias y pasó lo mismo.
Llamé a mi novia con la que vivía desde hacía dos meses. No contestaba.
Desesperado, llamé a todos y a cada uno de los números de mi agenda. Nada.

Encendí la tele, pero no había imagen. La apagué y encendí tres veces pero no conseguí sintonizar ningún canal. Puse la radio, pero solo se escuchaban las radiofórmulas y un canal de música clásica. Dejé puesto a Ricky Martin y su vida loca. Necesitaba escuchar algo y era lo menos malo.

Las ventanas de mi casa dan a un amplio patio interior. Miré por ellas pero todo parecía en calma. No parecía estar pasando nada especial. Fui hasta la puerta y volví a mirar por la mirilla, pero en el ángulo de visión no había nadie.

Estaba a punto de tener un ataque de nervios y me dejé caer en la cama para tranquilizarme e intentar pensar qué podía hacer.

En ese momento sonó el timbre de la puerta.
Miré por la mirilla.
Era mi novia.

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